La violencia golpea nuevamente a Cúcuta y su área metropolitana. Una serie de explosiones y ataques con ráfagas de fusil estremecieron al municipio de Villa del Rosario en la medianoche del miércoles, dejando varias personas heridas y un ambiente de zozobra entre la población.
Uno de los atentados destruyó completamente el peaje que comunica a Cúcuta con San Antonio del Táchira, en Venezuela. También fueron atacados con explosivos y disparos un CAI de la Policía y la estación en construcción de La Parada. En la madrugada del jueves, una granada fue lanzada contra otro puesto policial, aumentando la tensión en la zona.

Aunque ningún grupo se ha atribuido los hechos, las autoridades sospechan del ELN, que mantiene una fuerte presencia en el Catatumbo, donde se vive una grave crisis humanitaria con más de 50.000 desplazados y al menos 63 muertos en el último mes, según cifras del Ministerio de Defensa.
En respuesta a la emergencia, el alcalde de Cúcuta, Jorge Acevedo, decretó toque de queda desde las 7:00 p.m. hasta las 6:00 a.m. del viernes, además de la suspensión de clases en toda la ciudad.

Cúcuta: epicentro del conflicto y la violencia urbana
La capital de Norte de Santander, ubicada en la frontera con Venezuela, ha sido históricamente una zona de disputa entre grupos armados ilegales. La presencia del ELN, las disidencias de las FARC y bandas criminales como el Tren de Aragua y AK47 ha convertido a la ciudad en un epicentro del crimen organizado y la confrontación armada.
La región también es estratégica para el narcotráfico, con una de las mayores concentraciones de cultivos de coca del mundo en el Catatumbo. Informes de la Fundación Paz y Reconciliación advierten que el ELN ha consolidado su control en áreas urbanas y rurales de Cúcuta, especialmente en La Parada, un punto clave para el tráfico de drogas y actividades extorsivas.
